No. No podría serlo por varias razones. Tengo un temperamento voluntarioso, una energía lo suficientemente grande para insistir en el camino me llueve o me truene. Sé lo que quiero, sé qué literatura amo y la que no me interesa. Sé dónde voy y sé que para estar conectado en el mundo debo pertenecer profundamente a la cultura en la cual he nacido. Y yo me siento totalmente ligado a la historia de este país.
Eso suena paradójico, porque en su obra el tema del inmigrante y la precariedad es un asunto recurrente...
Cuando tomo al inmigrante europeo pobre que llegó a Chile, en "La boda del poeta" y en "La chica del trombón", estoy eligiendo figuras extremadamente dramáticas, que han perdido un territorio y no han conquistado otro; por lo tanto, su sensibilidad y su disponibilidad son intensamente mayores que las de las personas que tienen cuadriculada su existencia. Estoy hablando de seres que tienen que hacerse en la precariedad más absoluta y estos antihéroes tienen que crear una épica de antihéroes. Eso es mi trilogía.
"La boda del poeta" y "La chica del trombón" son parte de una trilogía publicada por Ediciones Arete a la que le falta la tercera parte. ¿Por qué "El baile de la victoria" aparece antes que la tercera parte de la trilogía?
Lo que sucede es que escribí la primera versión de la última novela de la trilogía antes de asumir la embajada de Chile en Alemania en mayo de 2000. En ese entonces tenía una primera versión. Pensaba pulirla durante mi tiempo en la embajada y entregar una segunda versión corregida a la editorial oportunamente para que la editaran en 2001. Pero el trabajo diplomático no me permitió seguir el plan. Después vinieron los atentados a las Torres Gemelas y el cambio que esto significó para la imagen y la situación de Nueva York. De ser una metrópoli icono de la ciudad imbatible y sueño de los inmigrantes, aparecía ahora como una ciudad atacada y deteriorada. Esto me pareció de sumo interés, ya que yo tenía un texto que recorría una Nueva York pre destrucción de las torres. La idea que surgió con esto fue someter a esta nueva situación a los personajes de la novela. Me propuse entonces ir a Nueva York y estuve el tiempo suficiente como para escribir el cuento "La azafata" que se publicó en un suplemento especial del diario "La Repubblica" de Italia. Mi intención es terminar la versión definitiva de la novela tras una estadía que necesito en Nueva York. Después de esto entregaré la versión a mis editores.
¿La reformulación es algo usual en su trabajo?
Así lo he hecho siempre. Trabajo dos grandes versiones, una muy amplia, muy emocional, muy libre y anti intelectual. Dejo pasar un tiempo y trabajo otra versión que es la novela de la técnica literaria. La idea es que lo que concebí primero pase fluidamente a través de la técnica literaria al espectador. Eso sucedió con "La boda del poeta" y con "La chica del trombón", y es lo mismo que va a suceder con la tercera novela.
¿En qué momento comenzó a escribir "El baile de la victoria"?
Desde que empecé a escribir creé un mundo de personajes propios, con temas y motivos que aparecen y reaparecen en mis novelas. Cuando comencé a trabajar en "El baile de la victoria" lo hice porque quería escribir una novela que sucediera en el Chile de hoy "La boda..." transcurría en Europa y "La chica del trombón" en Chile entre 1944 y 1970; por lo tanto, mi galería de personajes no había sido sometida al Chile actual. Esta nueva novela significaba mi retorno al país coetáneo, al mismo tiempo que era mi regreso después de haber estado tres años afuera, trabajando como embajador en Berlín.
¿Qué hace a una novela apropiada para que ser presentada al Planeta?
No lo sé. He participado en concursos cuando era niño. Antes de publicar "El entusiasmo", también participé y gané alguno, y en 1969 obtuve el Casa de las Américas con "Desnudos en el tejado". Los otros premios que he recibido son otorgados a obras publicadas, pero son reconocimientos a los que yo no me postulé. Puede ser que las editoriales presentaran, sin mi iniciativa, mis libros a esos premios.
La certidumbre completa de que un camino original que tomé en mi literatura, propia e irreductible a cualquier tendencia o a cualquier rasgo generacional, encontró una comunicación con un universo amplio de lectores y eso es una satisfacción profesional intensa, que confirma una vocación y estimula el trabajo en esa línea.
Actualmente, ¿tiene algún proyecto de escribir guiones?
No. No voy a escribir más guiones. Habitualmente el guionista es contratado por el mérito de una obra que ya existe. Como el cine es un arte industrial, en el proceso de adaptación intervienen muchas personas que tienen sus propias ideas y deseos y cambian el rumbo de los personajes. San Francisco reemplaza a Pekín o un personaje femenino se transforma en un travesti. El escritor puede escribir cuatro o cinco versiones buscando dejar conformes a todos. Esto me pasó con la adaptación de "Eva Luna" de Isabel Allende. La última versión, la quinta, la escribí con el director Michael Radford, pero claramente de las cinco que hay, la segunda versión es la mejor. Roos Film tiene hace años el proyecto de llevar al cine mi cuento "A las arenas" y también está en el aire la adaptación de "La velocidad del amor". Pero si volviera a hacer un guión para el cine sería uno original, cuya gestión naciera de mí.
Durante la época de "El show de los libros", ¿el programa incentivó la lectura?
El efecto de "El show de los libros" sobre el espectador nunca fue evaluado. Tengo la ilusión y la impresión de que se formó en Chile una atmósfera de simpatía por el libro considerablemente mayor que la que existía antes, cuando el libro era un objeto de anaquel. Esto es imposible computarlo en cifras. Uno quisiera tener un país más sensible hacia las artes. Mi impresión es que el libro se afirma porque cada vez son más numerosas las minorías que necesitan apartarse del entretenimiento banal procurado por los medios y que disfrutan con las imágenes alternativas, tan íntimas, libres e inspiradoras que las letras y el arte ofrecen.