15 de noviembre de 2008

La vecindad, una tragedia mexicana

Sería larga de enumerar la lista de personalidades valiosas que ha dado Estados Unidos como nación al resto de la humanidad. Escritores, cineastas, músicos, científicos, artistas plásticos, etcétera. Pero muchísimo más extensa sería la lista de imbéciles que cada tanto hacen su aparición, sobre todo mediática, para decirnos -apoltronados en su soberbia posición de cultura dominante- cómo marcha el mundo y, sobre todo, cómo debería marchar.
Hace unos años tuvimos que soportar la soberana idiotez de un pseudo filósofo o politólogo o como quiera que se llame, "experto" en Economía Política internacional que afirmó muy suelto de cuerpo que la Historia había llegado a su fin. Francis Fukuyama (1952) -de él se trata- desde su libro "The end of History and the last man" (El fin de la Historia y el último hombre) nos explicó que la lucha entre las diversas ideologías había concluido tras el desmembramiento de la Unión Soviética y la caída del erróneamente llamado "socialismo real". Ya no había más utopías y la única opción viable era el liberalismo económico impulsado por los Estados Unidos, quien se convertiría así en el ejemplo consumado de una sociedad sin clases.
Semejante desvarío mereció la atención -y la aprobación- de un sinnúmero de "intelectuales" desparramados a lo largo y a lo ancho del mundo, a los que hoy, junto con Fukuyama, no les debe alcanzar el tiempo para hacerse gárgaras (o enemas, de acuerdo al gusto de cada uno) con el dichoso panfleto, ante el espanto que provoca el tan alabado liberalismo económico globalizado, que, lejos de confirmar que la Historia ha terminado, nos está demostrando día a día que está más viva que nunca.
"El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas", decía Fukuyama. Se olvidó de predecir que ahora las batallas se planean en Wall Street y que las vidas se arriesgan en cada casa, barrio, pueblo, ciudad, país o región del mundo gracias a las "bondades" del sistema que tanto ensalzó.
Más reciente fue la aparición de otro mentecato -politólogo también- el profesor de Ciencias Políticas don Samuel Phillips Huntington (1927-2008), autor de los opúsculos "The clash of civilizations" (Choque de civilizaciones) y "Who are we?" (¿Quiénes somos?), de los que se desprende que la culpa de todo la tienen los pueblos que desde tiempos remotos han sido subyugados por aquellos que -¡oh casualidad!- han pregonado el liberalismo económico como la panacea universal.
Partiendo de la premisa que supone que Estados Unidos es el portador de la libertad, la democracia y la prosperidad, que encarna la modernidad y representa el más alto grado del progreso, los pueblos del Tercer Mundo -que no entienden estos conceptos- se han convertido en los responsables de los males de la humanidad. Para Huntington, la guerra entre civilizaciones estaría dada entre la civilización moderna y una forma arcaica de barbarie, cuando en realidad esta guerra es entre el imperio organizado y la multitud de villas miseria que pueblan el mundo.
Otra de las preocupaciones del afamado politólogo es la constante inmigración de latinos -sobre todo mexicanos- que se produce en el país de "las oportunidades económicas y las libertades políticas". "En los '90 -dice Huntington-, los mexicanos representaron más de la mitad de los nuevos inmigrantes latinoamericanos, y en 2000, los hispanos fueron, aproximadamente, la mitad de todos los inmigrantes en el Estados Unidos continental. Ese mismo año, los hispanos eran el 12% de la población total del país. Entre 2000 y 2003, el grupo creció casi en un 10%, y ahora ha superado a los negros. Se calcula que para 2050 los hispanos pueden constituir un 25% de la población". Un horror.
Muchas voces se alzaron para contestar los dislates del profesor. De entre ellas, se reproducen algunas a continuación:

UN ERROR DE JUICIO
Jesús Silva Herzog Márquez (1965)
Periodista y ensayista mexicano.

A juicio de Huntington, quienes declaraban que el fin del comunismo era la victoria irreversible de la democracia liberal cometían un grave error de juicio. La historia seguía caminando entre pleitos. La cultura, las religiones, la sangre fundarían el nuevo enfrentamiento. Ahora Huntington dispara un nuevo pronóstico: la guerra de las civilizaciones se librará también dentro de los Estados Unidos. No será el choque de la sociedad norteamericana contra algún grupo fundamentalista que adora a Alá, sino contra un grupo de migrantes que come tortillas. Los mexicano-americanos son el peligro. El idioma español, el arma destructiva. Como sus libros previos, este estudio es una combinación de instinto, inflamada demagogia conservadora, datos y frases hilvanados caprichosamente e ignorancia. Será, sin embargo, munición de un nuevo antimexicanismo que puede convertirse en una amenaza seria.


NUNCA VIO UN MEXICANO
Enrique Krauze (1947)
Historiador y ensayista mexicano.

Yo creo que el profesor Huntington habla sobre los mexicanos y sobre México, sin haber visto nunca a un mexicano ni haber estudiado a México. México es un país y los mexicanos son un pueblo con una grandísima vocación de mestizaje, de mezcla, de asimilación. México mismo es el resultado de la convergencia entre el componente indígena y el español, quizás el mejor caso de mezcla cultural y étnica de América. Es un país en donde los casos de racismo, tan explícitos y desgarradores en la historia de Norteamérica, son muy excepcionales. En México existen muchos problemas pero no ése, porque las culturas y las etnias se han mezclado durante cuatro y medio siglos. Los mexicanos que van a Estados Unidos lo hacen en busca de una mejoría económica para ellos y para sus familias, para remitir dinero a sus familias y sus pueblos. Basta ver su comportamiento en las diversas ciudades y pueblos de Estados Unidos, para ver que obedecen la ley, respetan las instituciones y las ideas del país que los acoge. Aprenden inglés de manera vertiginosa, porque saben que es la clave para su integración y para su mejoría económica. Son además una inmigración pacífica; lo digo con toda franqueza, ya quisieran muchos países europeos contar con inmigraciones como las latinoamericanas, que corresponden a la misma cultura occidental, como sucede con los mexicanos en Estados Unidos. Creo que al profesor Huntington le pareció fácil inventar un enemigo interno, porque eso es lo que está haciendo, inventando. Los millones y millones de mexicanos que se están convirtiendo en méxico-norteamericanos en Estados Unidos, constituyen una inmigración pacífica que aporta económicamente a la fortaleza de Estados Unidos y enriquece la vida norteamericana en todos sus aspectos.


LA XENOFOBIA EN ASCENSO
Eduardo Pizarro Leongómez (1936)
Sociólogo colombiano.
La xenofobia no va a afectar sólo a la comunidad musulmana. Los latinos no vamos a escapar. El artículo del influyente profesor de la Universidad de Harvard Samuel Huntington, publicado en la revista "Foreign Policy" y bajo el titulo de "José, can you see? The hispanic challenge" (José, ¿puedes ver? El desafío hispánico), el cual constituye un juego de palabras de mal gusto fundado en la primera estrofa del himno de los Estados Unidos, "Oh, say can you see by the dawn's early light?", es una evidencia dramática de este nuevo clima de xenofobia. La globalización tiene enemigos a la izquierda y a la derecha. Huntington es uno de los principies líderes de la reacción conservadora. Pero no contra el comercio de mercancías, de capitales o de tecnología, sino contra el flujo de seres humanos, especialmente si estos provienen de los naciones pobres. Como dice Héctor Abad, "el Primer Mundo quiere volverse impermeable y convertirse en una especie de condominio cerrado, que se defiende con murallas y fosos de la invasión de los pestíferos que vienen de afuera, que somos nosotros, los extranjeros pobres del resto del mundo".


EL RACISTA ENMASCARADO
Carlos Fuentes (1928)
Novelista y ensayista mexicano.
"El mejor indio es el indio muerto". "El mejor negro es el esclavo negro". "La amenaza amarilla". "La amenaza roja". El puritanismo que se encuentra en la base de la cultura WASP (siglas en inglés de "blanca, anglosajona y protestante") de los Estados Unidos se manifiesta de tarde en tarde con llamativos colores. A los que arriba señalo, se añade ahora, con el vigor de las ideas simplistas que eximen de pensar, "El peligro moreno". Su proponente es el profesor Samuel P. Huntington, incansable voz de alarma acerca de los peligros que "el otro" representa para el alma de fundación, blanca, protestante y anglosajona, de los Estados Unidos que existía (y existe) una "América" (pues Huntington identifica a los Estados Unidos con el nombre de todo un continente) indígena anterior a la colonización europea, no le preocupa. Que además de la angloamérica exista una anterior "América" francesa (la Luisiana) y hasta rusa (Alaska) no le interesa. La preocupación es la América Hispánica, la de Rubén Darío, la que habla español y cree en Dios. Este es el peligro indispensable para una nación que requiere, para ser, un peligro externo identificable. Moby Dick, la ballena blanca, es el símbolo de esta actitud que, por fortuna, no comparten todos los norteamericanos, incluyendo a John Quincy Adams, sexto presidente de la nación norteamericana, quien advirtió a su país: "No salgamos al mundo en busca de monstruos que destruir". Huntington, en su "Choque de Civilizaciones", encontró su monstruo exterior necesario (una vez desaparecida la Unión Soviética y "el peligro rojo") en un Islam dispuesto a asaltar las fronteras de Estados Unidos y Occidente, rebasando las proezas de Saladino, el sultán que capturó Jerusalén en 1187 y superando él, Huntington, la campaña cristiana de Ricardo Corazón de León en Tierra Santa cinco años más tarde. La cruzada antiislámica de Huntington Corazón de León definió que ese corazón era profundamente racista pero, asimismo, profundamente ignorante de la verdadera cultura dentro del mundo islámico. Islam no se dispone a invadir Occidente. Islam está viviendo, de Argelia a Irán, su propio combate cultural y político entre conservadores y liberales islámicos. Es un combate vertical, en hondura, no horizontal, en expansión. La nueva cruzada de Huntington va dirigida contra México y los mexicanos que viven, trabajan y enriquecen a la nación del norte. Para Huntington, los mexicanos no viven -invaden-; no trabajan -explotan-; y no enriquecen -empobrecen, porque la pobreza está en su naturaleza misma-. Todo ello, añadido al número de mexicanos y latinoamericanos en los Estados Unidos, constituiría una amenaza para la cultura que para Huntington sí se atreve a decir su nombre: la angloamérica protestante y angloparlante de raza blanca.