5 de agosto de 2008

Alain Robbe Grillet: "El cine va a perdurar como arte de masas"

Alain Robbe Grillet (1922-2008) fue un escritor y cineasta francés. Como literato, se destacó como teórico y fundador del movimiento literario "nouveau roman" (nueva novela) en 1957 y por sus novelas "Les gommes" (Las gomas), "Le voyeur" (El Mirón) y "Projet pour une révolution á New York" (Proyecto para una revolución en Nueva York) entre otras. Como director cinematográfico realizó, por mencionar algunas, "L'immortelle" (El inmortal), "L'homme qui ment" (El hombre que miente), "L'Eden et aprés" (El Edén y después) y "Glissements progressifs du plaisir" (Deslizamientos progresivos de placer). También fue guionista de "L'année derniére á Marienbad" (El año pasado en Marienbad), el film dirigido por Alain Resnais. Ferviente estudioso de la topología, aquella rama de las matemáticas que se ocupa de los razonamientos matemáticos sin tener en cuenta sus significados concretos, analizando las propiedades de las figuras independientemente de su forma o tamaño, Robbe Grillet llevó esta ciencia tanto a sus relatos como a sus películas. En noviembre de 1997 actuó como presidente del jurado en el 13º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, ocasión en la que la directora de arte cinematográfico Natalia Giono lo entrevistó para la revista "Magazín literario". La nota se publicó en el nº 6 de diciembre de 1997.


¿Qué relación existe entre los mundos paralelos que aparecen en sus pe­lículas y los espacios topológicos que construyen sus novelas?

La topología crea espacios paradojales; pero existen otros espacios paradojales además de los espacios de la topología, es decir, mundos con varias dimensiones. Si en cine se filma un diálogo entre dos personas, una frente a la otra, sabemos que no debemos cruzar los 180°. La cámara tiene que mante­nerse siempre de un mismo lado con respecto a la posición de los actores. To­do está muy bien y luego, de pronto, ponen la cámara del otro lado. Da la im­presión de que usted me da vuelta la cara y en ese momento se abre el cuadro y vemos que usted está siempre en frente de mi. En ese momento tenemos un espacio completamente deformado con respecto al espacio normal y es muy interesante en el cine crear estas cosas (que no se pueden hacer en literatura), crear justamente espacios paradojales llevando a cabo deliberadamente accio­nes que son consideradas erróneas. Godard lo hizo, yo lo hice, otros lo hicieron y son posibilidades en el cine. La topología es otra cosa, porque hay espacios que podemos construir. Se puede construir una cinta de Moebius, mientras que los espacios de los que yo hablo no pueden ser construidos. Son espacios que tienen más de tres dimensiones, mientras que los espacios de la topología no tienen más que tres. Son objetos reales en los cuales el funcionamiento es paradojal, mientras que acá, por el con­trario, se trata de un espacio virtual. Existen espacios reales paradojales, pero existen espacios vir­tuales que son todavía más paradojales.

En este festival se ha planteado una supuesta discusión entre un "cine de efectos especiales" vs. un "cine que cuente historias". ¿Cree que es correcto plantear esas alternativas?

Los efectos especiales están tan generalizados ahora, que dentro de poco a las películas se las va a publicitar con frases del tipo "garantizada, sin efectos especiales". Son hartantes los efectos especiales, por­que, si todo es posible, ya nada tiene interés. La teoría de la información dice que en un mundo equis probable no existe posibilidad de "shock", en un mundo en el que todo puede suceder con la misma probabilidad nada puede sorprender, nada puede causar un "shock". Los efectos especiales se multipli­caron de tal manera que ahora no causan más efecto. Si hay efectos especiales, uno se duerme. A la larga, creo que van a desaparecer. Yo no cuento tanta historia y no uso efectos especiales.

Respecto de "El Edén y después", usted dijo que su trabajo partió de una forma antinarrativa (la serialidad en Schönberg) ¿Cómo encara el trabajo de construcción de sus películas?

La forma de la que se parte, lo que se imaginó en un momento, no va a ser realizado por el film, porque, a fin de cuentas, el rodaje va a crear él mismo su propia historia, que va a reaccionar en contra de la forma prevista. Cuando vemos "El Edén y después" es imposible reestablecer las series, yo tampoco puedo ver ya las series. Es un andamiaje. Y, de hecho, Alban Berg decía que cuando escuchaba "Wozzeck" no reconocía la serialidad. Es decir que las obras de Schönberg, en donde se reconoce mucho la serialidad, son las obras menos interesantes. Las obras siguientes de Schönberg y sobre todo las obras de Alban Berg, se sirvieron de la serialidad para crear algo nuevo que fuera más allá de la tonta reproduc­ción de la idea. De la mis­ma manera que Beethoven, cuando usa la armonía establecida por J.S. Bach en "El clave bien tempera­do", a cada instante crea disonancias que destru­yen la normalidad de la ar­monía. Y creo que eso es muy importante. Lo que se puede llamar un formalis­ta es alguien que se atrin­chera en una forma previa; se me acusa de ser formalista y soy todo lo contrario, ya que las for­mas que utilizo para mi trabajo son constantemen­te destruidas por el traba­jo mismo. Entonces nece­sito esos esquemas formales para comenzar, me interesa tenerlos, pero también podría utilizar un esquema formal normal que sería, por ejemplo, la narración tradicional de un film comercial y destruirlo por el trabajo. Eisenstein estaba de acuerdo con que los elementos luchen en el interior de la obra, y ésta es una idea que tanto al espectador de cine como al lector de literatura les molesta: la idea de que hay en la obra elementos que luchan entre sí. Es de hecho una idea próxima a la filosofía de Hegel y a la de Marx. Y el espectador tiene necesidad de la tranquilidad que aporta la tautología: todos los elementos deben decir lo mismo. Ve­mos una escena de amor y los actores tienen caras amorosas; la música es "música de amor", los colores son "colores de amor", etcétera, y el espectador está acostum­brado a esto por la televisión en particular, puesto que la televisión es uno de los grandes instrumentos de embrutecimiento. Si la televisión es nefasta para el cine no es sólo porque la gente no va más al cine por mirar televisión. Es también y sobre todo porque la televisión deformó completamente la sensibilidad de la gente a un punto tal que ya no se ve la diferencia entre una imagen en video y una imagen ci­nematográfica.

Alain Delon dijo que el cine va camino de su desaparición como arte de masas, que será un arte de élite y que probablemente será reemplazado por otras formas de­rivadas del desarrollo de las comunicaciones. ¿Coincide con esto?

Creo, por el contrario, que es como arte de masas que el cine va a perdurar. Creería más bien que es como arte de élite que va a desaparecer. Como dijo Sergei Eisenstein, va a desaparecer en tanto que arte y va a permanecer como espectáculo popular al estilo de las series americanas. ¿Delon dijo eso?