Fui a ver un programa de radio para niños. Me preguntaron qué pensaba del programa. Yo dije: "Creo que los niños son muy cursis". Les impresionó mi descaro. Me pidieron que entrase a formar parte del programa. Acepté y trabajé en la radio. Y de la radio me llevaron al teatro estatal, cuando tenía catorce años. Trabajé en el teatro durante seis años. La mayoría de las veces me daban papeles pequeños. Nunca tuve una preparación teatral. Yo quería asistir a una escuela de interpretación, pero no me admitieron. Lo intenté tres veces. No era solamente a causa de las malas notas. Se debía a que yo ya estaba trabajando y los profesores pensaban que estaría amanerado, y no les gustaba. Ahora les estoy enormemente agradecido por no haberme aceptado, porque hoy día estaría actuando en cualquier teatro de Polonia en lugar de estar haciendo lo que hago. Algunos años más tarde, cuando ya había pasado por la Escuela de Cine y me había hecho director, me encontré a menudo en la situación de filmar pruebas de la gente que me había impedido ingresar en la escuela de interpretación. Jamás utilicé a ninguno de ellos. Y no lo hacía por vengarme, porque para entonces sólo sentía compasión de los pobres imbéciles. Eran, sencillamente, demasiado malos.
¿Era usted buen actor?
Yo siempre he sido un actor muy bueno. Cuando interpreté "Fils du régiment" (El hijo del regimiento) tuve un éxito fabuloso. La obra triunfó solamente gracias a mí. Y tuve unas críticas fabulosas.
¿Le convirtió el éxito en una persona difícil de tratar?
No. Siempre he sido orgulloso y fatuo, asi que no me cambió en absoluto. Yo gustaba de la gente. Gustaba a los actores. Siempre me trataron como a un igual. Contaban chistes marranos delante de mí. Y yo les contaba chistes marranos a ellos. Fue entonces cuando aprendí qué significaba realmente ser un mal cómico. Conocí a muchos de ellos. Faltaba a la escuela muy a menudo para ir a sentarme en la platea de un teatro a contemplar ensayos de obras en la que yo no intervenía.
¿Qué sacó de bueno de la Escuela de Cine, exactamente?
Creo que me hizo muchísimo bien, tal como lo veo ahora. Mientras estaba en la Escuela, tenía la impresión de que estaba perdiendo el tiempo, como todos mis compañeros. Ya sabe, cuando se es joven, se tiene algo dentro. Te rebelas contra todo. Ahora, cuando, lo recuerdo, pienso que era formidable, sobre todo el tiempo que pasé sentado en aquellas largas escaleras de madera de la Escuela, un viejo palacio que había pertenecido a algún empresario lanero de Lodz, que es una ciudad industrial. Nos sentábamos en aquellas escaleras y discutíamos sobre el cine y la vida. Veíamos cientos de películas. Había proyecciones constantes, prácticamente desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche.
¿Qué control artístico tiene un director -usted, por ejemplo- sobre su película?
Solamente puedo hablar de mi propia experiencia. He tenido un completo control sobre todo lo que he hecho, excluyendo el desagradable incidente que me ocurrió con "The fearless vampire killers" (La danza de los vampiros) y, en parte, con "Cul-de-sac" (Callejón sin salida), donde Martín Ransohoff introdujo cambios cuando las películas ya estaban acabadas. Cortó "La danza de los vampiros" justo antes de su estreno en los Estados Unidos. En los demás países, mi versión es la que se ha exhibido. Compró "Callejón sin salida" y también la cortó. Considerando el hecho de que estos cortes se hicieron aquí y posteriormente, en cierto sentido he disfrutado realmente de un completo control sobre todas mis películas. Si no lo tuve en las versiones de esas dos películas que se exhibieron en los Estados Unidos, se debió únicamente a mi ingenuidad. A "Callejón sin salida" le cortaron cerca de ocho minutos, entre cortes breves y escenas completas. La atmósfera, el tono de película desaparecieron, porque Ransohoff pensó que las escenas sin diálogo no tenían valor.
Si produjese sus películas, ¿tendría usted más poder o mayor control sobre ellas?
La mayoría de mis películas las he hecho en Europa. Y en Europa no hace falta que seas el productor para gozar del control total sobre tu película. Eso es una concepción de Hollywood, ya que se han dividido las funciones, y es el productor quien realmente toma las decisiones y contrata al director y, por lo tanto, éste pasa a un papel de subordinado. En Europa, el director es quien controla la película, fundamentalmente. El productor solamente se ocupa de los asuntos financieros.
¿Se ha convertido el director en la "superestrella"?
Para mí, el director es siempre una "superestrella". Las mejores películas lo son únicamente a causa del director. Si se habla de "Citizen Kane" (El ciudadano), de "Otto e mezzo" (Ocho y medio) o de "Shichinin no samurai" (Los siete samurais), es gracias al director, que fue la estrella de su realización. El hace la película, él la crea.
¿Cuál es la mejor manera de aprender a hacer cine, y cómo se puede entrar actualmente en el mundo del cine como director?
Pienso que en nuestra sociedad las escuelas de cine podrían ser el mejor camino para aprender a hacer cine. Pero no existe un camino. Yo, desde luego, encontraría un camino si estuviese empezando a hacer cine. Lo más importante es tener decisión. Si alguien quiere de verdad hacerlo, al final lo logrará. Yo rodaría una película en 16 mm., trataría de reunir algunas cosas. Lo que fuese, en lugar de permanecer sentado en cualquier parte hablando de ello.
¿Ve usted algún problema especial para hacer un western?
Me gustan los westerns. Son parte del cine, igual que las películas de terror. Para mí, el hecho de que otros directores europeos hayan intentado hacer westerns y hayan fracasado, carece totalmente de importancia. El único problema que podríamos tener sería por parte de las personas escrupulosas, porque estamos trabajando en "The donner party" (La partida Donner) con algo que el cine nunca había tratado antes.
¿El canibalismo?
Sí, sí, lo sé. Pero no tiene nada que ver con mis películas anteriores. ¿Qué le hace pensar que yo esté obsesionado por lo estrambótico?