En "Bajo el signo..." falta sobre toda una cosa: la "carencia" activa de otras cosas. Falta la autobiografía, el discurso a nivel individual. En este momento sentimos una aversión visceral por las confesiones, los diarios íntimos, etcétera. Es necesario saber vivir la propia edad, que es pues el único modo para saber vivir el propio tiempo. Solo la confesión autobiográfica de un joven me interesa: me pone en contacto con una realidad en vías de formación nueva, aunque no me extraña. La autobiografía, en este caso, puede tener aún el valor de una agresión saludable por parte de las nuevas generaciones. Ofrece una serie de datos que de otro modo se esfumarían. Pero la autobiografía de un "no joven", no. Embaraza, incomoda. Crispa los nervios. En la autobiografía de un hombre de alrededor de los cuarenta encontramos que la repetición de las cosas que conocemos, filtrados a través de un intento de autobiografía, se resuelven casi siempre en una autogeografía. A los veinte años uno se confía, a los cuarenta uno se justifica.
Pero ustedes evitaron hacer hablar de sí mismos a los personajes del filme...
No es exacto. Hay personajes que hablan de sí mismos, pero la banda sonora no registra lo que dicen. Los vemos hablar, no oímos sus palabras. Nos interesaba el hecho de que el hombre necesita comunicarse de cierto modo y en ciertas circunstancias. Nos importaba más esa voluntad que su contenido subjetivo. El fenómeno después se multiplica en alguna secuencia de confesiones colectivas, donde cada uno "cuenta" acerca de sí mismo, pero la banda ahora registra las confesiones de todos, tomadas al unísono. Usando términos musicales, podría hablarse de escritura vertical en vez de horizontal. "Bajo el signo del escorpión" tiende a la coralidad y de ahí a la polifonía.
Me parece que su nuevo filme presenta un aspecto nuevo respecto a los anteriores. Está constituido por una serie de breves secuencias muy objetivadas, sólo ligadas entre sí aparentemente, en una suerte de mosaico que llega sin embargo al espectador ordinario emulando una historia posible.
En "Bajo el signo..." cada secuencia tiende a ser auto-suficiente. Sólo en el complejo de la obra los momentos se recomponen o tienden a recomponerse en unidad. De ahí el uso del fundido de los cuadros en negro: es un modo de dividir drásticamente pero al mismo tiempo de unificar, de repetir un mismo tipo de cadencia rítmico-figurativa. El espectador está obligado a intervenir en la reconstrucción. No me parece, sin embargo, que esto sea una novedad de este filme. En él hemos llevado adelante una tendencia a la subjetivación de las cosas, de los personajes, que es ya característica en "Un uomo da bruciare" (Hay que quemar a un hombre) o en "I sovversivi" (El subversivo), cada continuidad narrativa es destruida o al menos hay una tendencia a destruirla. En el primero, las secuencias se ponen como bloques contrapuestos, en el segundo como baldosas de un mosaico. Y siempre la colectividad está presente: en "Bajo el signo...", como protagonista; en los otros dos films, como espejo, a veces deformante, del protagonista.
Aparte de las convicciones ideológicas expresadas en cada uno de sus films, ¿le parece que un film puede ser un instrumento que proponga una ideología? ¿Y que ustedes puedan servirse de él en tal sentido?
Me disgusta la relación entre los dos términos (cine y revolución, o cine y política). Entre revolución y cine hay una extensa pradera. Siempre hay alguien -con la secreta vocación de adjudicarse el rol de gran depurador- que tiende a adosarle al cine los cómputos inmediatos de la revolución y de ese modo, las culpas por todas las revoluciones fracasadas. El cine es una de las actividades del hombre que pueden servir a la causa revolucionaria. Pero el discurso se hace pronto genérico. En lugar de revolución, haga la prueba de reemplazarlo por el sustantivo "verdad" y verá como el juego de los espejos continúa hasta el infinito. Pero claro. ¿Qué quiere decir revolución y cine? La revolución es una concesión de la vida, un modo de vivir, un estado vital, que vuelta a vuelta, se hace concreto a través de contenidos particulares -históricos, sociales, económicos, etcétera-. Es obvio que el autor "revolucionario" en su vida también lo es en su obra directa o indirectamente, pero su contribución como autor es parcialísima, destinada tan sólo a quien tiene interés en este tipo particular de comunicación que es la expresión "artística". No veo por qué se quiere aún hoy condenar a todos a ser consumidores de arte; puede ser que para salvar el viejo mito de la universalidad del arte. Descendiendo sobre un plano más práctico y contingente, siempre a propósito del cine con respecto a la política, siento más bien necesidad de revalidar el cine de propaganda. El término da miedo. A mí también. Pero ha llegado el momento de reasumirlo en su acepción positiva. Siento además la necesidad de un cine declaradamente de propaganda, cuya meta sea la propaganda, que tenga que ver con las agrupaciones políticas vigentes. Que sea un instrumento bien manejable y por ende ágil, simplificado al máximo en su estructura realizativa. Documentación visual, la más comunicativa. ¿Ejemplo...? Un instrumento táctico, que nosotros los cineastas debemos poner a disposición de las fuerzas más vivas del movimiento obrero. El otro tipo de cine -de búsqueda, de profundización o de la utopía ilustrada- presupone tiempos de reflexión, de maduración, modos de comunicación que están en contraste con los tiempos breves de las agrupaciones políticas. Por otra parte, entre los dos tipos de cine, no podrá crearse una dialéctica. Es importante que no se hagan confusiones.
Continuando con el tema de cine y revolución, y aceptando la utilización del film como propaganda política, ¿opina que hay que proponer un cine que contenga indicaciones a nivel de la forma, es decir del lenguaje, o más bien un cine que renuncie instrumentalmente a búsquedas formales para adoptar un lenguaje más simple, más cotidiano, cuya búsqueda sea facilitar la comunicación inmediata, sobre todo para la clase obrera?
Hay que cuidarse de las esquematizaciones. A propósito del cine de propaganda, no es cierto que el lenguaje más simple sea el más popular. Está demostrado que el público se ha habituado a los excitantes audiovisuales de la confección cinematográfica de consumo, y que de ese modo se incomoda o no entra en relación con los lenguajes más simples. Con respecto al cine en general y su destino, no alcanzo a ver la posibilidad de un estado (por no decir ideología, por no decir contenido) "revolucionario" que se exprese en términos que no sean revolucionarios. Esto no significa aceptación de la ruptura misma, de la vanguardia y solo de la vanguardia, etcétera. No hay que confundir a los pioneros con los innovadores. Marx decía de sí mismo: "Soy un burgués que busca no ser burgués".
Así el asunto se ubica también en el plano de la técnica cinematográfica en cuanto a la codificación del aparato organizativo del filme, es decir, la producción...
Más que de una estructura organizativa, yo hablaría de estructura económica. El cine producido por el capital es un cine que concede -si lo concede- un margen de libertad extremadamente bajo. De donde nace la necesidad de prefigurar nuevos tipos de organización cinematográfica a nivel económico y de estructuración general. Por lo tanto: discriminación absoluta en cuanto al cine industrial, búsqueda de nuevas formas, cooperativas, grupos de trabajo, etcétera, todo vale. Nosotros por ejemplo tendemos a un tipo de agrupación que tenga sus puntos de apoyo, su fuerza, en los núcleos autónomos que se gestaron fuera de la agrupación de la que hablo (y afuera, naturalmente, de la finalidad del capital), que produzcan y adquieran autoridad cultural y política, en base a aquello que producen. Ninguna ley del estado burgués es una garantía: sólo se trata de llegar a sacarle al poder algunos instrumentos con los que sea posible conducir un cierto tipo de agrupación. Por supuesto, todo depende del peso que las fuerzas políticas tengan en el país y de la relación que tengamos con ellas.
No le parece que uno de esos instrumentos podría ser la introducción en el mercado de films de bajo costo?
Claro. Films de bajo costo como un remedio de emergencia. Pero hay algunos -académicos por vocación- que sin perder tiempo tenderían a hacer de ello la base de una nueva estética. Es necesario también recurrir a la película de 16 mm., usar los circuitos particulares (sin, por eso, ceder al capital, al poder, nuestros instrumentos fundamentales de la difusión, que son todavía las salas cinematográficas). Es necesario organizarse como grupos, lo repito, para desarrollar un trabajo "político" en este sentido.
¿Qué proyectan?
Uno siempre piensa en algo. Pero hablar de ello, en este momento, no me gusta. Significaría presentar como resultados elementos que hoy son para nosotros sólo hipótesis. La cosa tendría un sabor mortuorio: sería como si salteásemos el año que tenemos por delante y durante el cual el proyecto se hará -si se hace- el film. Y nosotros, por el contrario, tenemos deseos de vivirlo, este año. Además, con asombro.