28 de agosto de 2008

Woody Allen: "Los films cómicos deberían ser vistos en la escuela, gratis para todos los chicos"

Woody Allen (1935) llegó al cine -luego de diez años de cabaret- al escribir el guión de "What's new, Pussycat?" (¿Qué pasa, Pussycat?) a cambio de 35.000 dólares y un papel como actor. Pero el talento burlón, desprejuiciado y caótico de Allen en­contró su mejor expresión en las obras que no sólo escribió y actuó, sino que además dirigió. En su primera etapa, siempre jugando el papel de antihéroe torpe y aturdido, realizó "Take the money and run" (Robó, huyó y lo pescaron), "Bananas", "Everything you always wanted to know about sex but were afraid to ask" (Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar) y "Sleeper" (El dormilón). Precisamente tras el estreno de ésta última en la Argentina, el crítico cinematográfico Ramón Martínez Blanco lo entrevistó en New York para la revista "Filmar y Ver" nº 7 (Buenos Aires, junio de 1974).¿Qué in­fluencia reconoce de los gran­des maestros del humor?

Creo tener algo en común con cada uno de ellos. Sobre todo la cara, infinitamente triste. No soy un tipo que sonríe fácilmente. Si no hubiese decidido ser cómico, hubiera sido un tema óptimo para un estudio profundo de la tristeza. La culpa es de mis ojos: son muy caídos, ¿no le parece? Luego he de­dicado toda mi vida a la búsqueda del humorismo. Lo he estudiado en la mesa de trabajo como si fuera latín o matemáticas. Porque tengo una idea propia al respecto: al film cómico debería ser visto en la escuela, gratis para todos los chicos; al máximo 25 ó 30 centa­vos y no los casi 12 dólares que se cobran en las salas cinematográfi­cas. La única cosa que deseo del público es que ría cuando ve mis films.

Volvamos a las semejan­zas: tomemos a Keaton...

Me sor­prende siempre oír decir que no tengo nada de él. Después de to­do, mi humorismo tiene siempre un componente ligeramente inte­lectual. También Keaton lo tenía. Ciertamente, Keaton tenía un ros­tro excepcionalmente atrayente, yo en cambio, soy la vergüenza de mi sexo. Incluso Chaplin tenía un rostro insólitamente bello. Yo me contentaría con tener tan sólo sus ojos tan profundos, tan expresivos.

¿A quién prefiere?

Personalmente, prefiero Chaplin a Keaton, aunque la mayor parte de mis amigos me desaprueba.

¿Cuál de los films de Chaplin le gusta más?

De todos sus films, el que más me gustó es seguramente "Luces de la ciudad". Es formidable, ha logra­do con éxito mantenerse a caballo entre el sentimentalismo y la co­micidad, dosificándolos en partes iguales.

¿Lo conoce personalmente?

No he conocido nunca a Chaplin pero me hubiera gustado. Lo habría mirado con la boca ce­rrada. Pero quizás es mejor así... A quien conozco bien es a Groucho Marx, el hermano de Harpo. Me gusta escucharlo cuando ha­bla. Es todo sentimiento, le gusta hacerse la víctima, pero es muy divertido. Cuando recitaba, busca­ba poner todo en ridículo: camina­ba, hablaba, danzaba como un pa­yaso. Debo decir que esto es te­rriblemente norteamericano, como Louis Armstrong y el baseball.

¿Se pa­rece a él?

No lo sé realmente. En sus films es cínico, amargo, irreve­rente, un "clown" surrealista. Yo, un poco menos.

Recientemente se ha caracterizado como ellos...

Sí. Cierto que si tu­viese un poco de tiempo mis trans­formaciones podrían volverse mejores. Por ejemplo, la nariz. Ten­go la nariz demasiado larga, ha­bría debido tallarla. Algo es algo.

¿Qué piensa Woody Allen que di­rá la gente viéndolo caracterizado como los grandes cómicos?

Reirá.

Y mientras la gente se ríe, ¿que hará Woody?

Tocaré el clarinete y beberé un cóctel.