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Me voy, te abandono en el atardecer
que a pesar de su tristeza
desciende tan dulcemente
sobre nosotros los que estamos vivos,
con la luz de la vela
que descubre al barrio en penumbras
y lo desordena.
Lo hace más grande, más vacío,
más lejano y amplio,
lo enciende a una vida inquieta,
y del ronco paso del tranvía,
de los gritos humanos dialectales,
conjuga un concierto sordo y absoluto.
Y sientes cómo en aquellos lejanos seres
que en la vida gritan, ríen,
en aquellos sus vehículos,
en aquellos tristes caseríos
donde se consume el infiel
y expansivo don de la existencia,
esa vida no es más que un temblor
corpóreo, colectiva presencia;
y sientes la ausencia
de toda religión verdadera.
No es vida sino supervivencia
-quizás más dulce que la vida-
como de un pueblo de animales,
en el que el misterioso orgasmo
no tenga otra pasión
que la del actuar cotidiano,
humilde fervor,
a la que da sentido festivo
la humilde corrupción.
Cuanto más vano es
en este vacío de la historia,
en esta ronroneante pausa
en la que la vida calla todo ideal,
y mejor se manifiesta
la estupenda, adusta sensualidad
casi alejandrina, que todo lima
e impúdicamente enciende,
cuando acá en el mundo algo se derrumba,
y se arrastra el mundo en la penumbra,
el volver a las plazas vacías,
a los talleres sin entusiasmo.
Es un murmullo la vida,
y los perdidos en ella,
la pierden serenamente
si el corazón tienen colmado de ella;
gozan los miserables del atardecer
y potente en ellos, inerme para ellos,
el mito renace...
Pero yo con el corazón consciente
de que solamente en la historia se tiene vida
¿podré alguna vez por pura pasión actuar
si sé que nuestra historia ha concluido?
El 2 de noviembre de 1975 fue asesinado. Alberto Moravia (1907-1990), su gran amigo, dijo acerca del crimen: "La muerte fue concretada por un ejecutor, pero Pasolini fue condenado a esa muerte previamente por la burguesía, que no soportó ser fustigada por un transgresor de las normas morales de esa clase". Pasolini fue un cuestionador permanente de la sociedad de consumo y un acérrimo enemigo de la hipocresía. "Serán los poetas quienes salvarán el mundo" dijo, para dejar sentado que su esperanza en un mundo mejor estaba intacta.