Según cuentan las crónicas de la época, la reina era muy limpia, pues "se bañaba una vez al mes, lo necesitase o no".
Cuando murió -sin descendencia- la última reina de los Tudor, fue sucedida por Jacobo Carlos Estuardo (Jacobo I), quien fue proclamado rey con un año de edad. Una serie de Regentes gobernaron en su nombre durante su minoría de edad, hasta que ésta terminó oficialmente en 1578, aunque no obtuvo el verdadero control del aparato del Estado hasta 1581. Rigió conjuntamente Inglaterra, Escocia e Irlanda por espacio de 22 años, hasta su muerte a los 58.
Carlos Estuardo nació en 1600, siendo el segundo hijo varón de los 9 vástagos de Jacobo I y Ana de Dinamarca. Fue un niño subdesarrollado que todavía no podía caminar ni hablar a la edad de 3 años. Al llegar a adulto no medía más que 1,62 metros. El sucesor de Jacobo I es considerado el rey más bajo de la historia de Inglaterra. Murió ejecutado en 1649, víctima de la revolución encabezada por Oliver Cromwell bajo los cargos de alta traición y otros altos crímenes. Carlos I fue decapitado y, en un gesto sin precedentes, los líderes revolucionarios permitieron que la cabeza del rey fuera cosida a su cuerpo para que de esta forma su familia pudiera rendirle sus respetos.
La monarquía fue abolida y se restableció la República. Con el tiempo, este régimen devino cada vez más dependiente del ejército y se convirtió en una dictadura militar, dirigida por Cromwell. Varios factores tanto políticos como socioeconómicos condujeron a su colapso final. Tras la muerte del revolucionario en 1658, el hijo de Carlos I, Carlos II, fue entronizado por el General George Monk, 1° Duque de Albemarle en 1660, quedando así restaurada en Inglaterra la dinastía Estuardo.
Durante su reinado ocurrieron los desastres de la peste en 1665 y el gran incendio de Londres en 1666. Carlos II intentó restablecer el absolutismo monárquico frente al anterior predominio del Parlamento; no proclamó públicamente su fe católica para evitar nuevos conflictos, pero sí restableció la Iglesia anglicana frente a la hegemonía puritana de tiempos de Cromwell.
Durante su reinado fue tomando forma la monarquía parlamentaria inglesa, apareciendo los dos grandes partidos que se disputarían el poder en lo sucesivo: los "whigs" (liberales) y los "tories" (conservadores).
Durante su reinado ocurrieron los desastres de la peste en 1665 y el gran incendio de Londres en 1666. Carlos II intentó restablecer el absolutismo monárquico frente al anterior predominio del Parlamento; no proclamó públicamente su fe católica para evitar nuevos conflictos, pero sí restableció la Iglesia anglicana frente a la hegemonía puritana de tiempos de Cromwell.
Durante su reinado fue tomando forma la monarquía parlamentaria inglesa, apareciendo los dos grandes partidos que se disputarían el poder en lo sucesivo: los "whigs" (liberales) y los "tories" (conservadores).
Anthony Wood, un prestigioso anticuario de Oxford, describió a Carlos II de Inglaterra y su corte, tras su paso por esa ciudad en el verano de 1665: "Aunque pulcros y alegres en apariencia, eran sin embargo, muy puercos y bestiales, dejando al marcharse su excremento en todos los rincones, en chimeneas, gabinetes, carboneras y bodegas. Eran sumamente toscos, ordinarios, putañeros, vanidosos, vacíos y despreocupados".