El renacimiento italiano comenzó en Toscana, con epicentro en las ciudades de Florencia y Siena. Luego tuvo un importante impacto en Roma, que fue ornamentada con algunos edificios en el estilo antiguo, y después fuertemente reconstruida por los papas del siglo XVI. La cumbre del movimiento se dio a fines del siglo XV, mientras los invasores extranjeros sumían a la región en el caos. Sin embargo, las ideas e ideales del renacimiento se difundieron por el resto de Europa.
Durante el siglo XIV se produjeron una serie de catástrofes que causaron la recesión de la economía europea. El clima cálido del medioevo iba transformándose en una pequeña edad del hielo. Este cambio climático produjo una significativa declinación de la agricultura, llevando a repetidas hambrunas, exacerbadas por el rápido crecimiento poblacional. La Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia interrumpió el comercio a través del noroeste Europeo, notoriamente cuando, en 1345, el rey Eduardo III de Inglaterra rechazó sus deudas, produciendo el colapso de los dos más grandes bancos de Florencia, el de los Bardi y el de los Peruzzi. En oriente, la guerra también interrumpió las rutas comerciales, cuando el Imperio Otomano comenzó a expandirse por la región. Más devastadora aún, fue la peste negra, que diezmó la población de las densamente pobladas ciudades del norte de Italia entre 1347 y 1351, golpeando posteriormente en varias oportunidades. La población de Florencia, por ejemplo, cayó de 90.000 a 50.000 habitantes. Siguieron amplios desórdenes, incluyendo la revuelta de los trabajadores textiles de Florencia en 1378.
Paradójicamente, algunos de estos desastres ayudaron a establecer el renacimiento. La peste negra eliminó a un tercio de la población europea, y la nueva y más pequeña población pudo tener más riqueza, estar mejor alimentada, e -incluso- disponer de excedentes de dinero para gastar en artículos de lujo como obras artísticas o de arquitectura. Fue durante este período de inestabilidad que vivieron los primeros artistas creadores de las conmovedoras obras de arte renacentistas.
Entre estas figuras se destacaron, por un lado, Giotto di Bondone (1267-1337), mejor conocido por su nombre de pila, quien fue un notable pintor, escultor y arquitecto al que se considera como el primer artista de los muchos que contribuyeron a la creación del Renacimiento Italiano y uno de los primeros en sacudirse las limitaciones del arte y los conceptos medievales. Si bien se limitó mayormente a pintar temas religiosos, fue capaz de dotarlos de una apariencia terrenal, llena de sangre y fuerza vital.
Por otro lado, Dante Alighieri (1265-1321), quien fue un poeta florentino cuya obra maestra "La Divina Comedia" es considerada como una de las obras máximas de la literatura universal producida en Europa durante la Edad Media.
Cuenta la leyenda, que el célebre pintor y el extraordinario poeta coincidieron un día en una calle de Padua. El Giotto iba acompañado por sus hijos que eran notoriamente feos y el Dante, amargo e irónico, le dijo: "¿Cómo puedes tener hijos tan feos haciendo pinturas tan hermosas como las que haces?", a lo que el pintor respondió: "Es que a éstos los hago de noche".