Christopher Gluck (1714-1787), célebre compositor alemán del siglo XVIII, compuso más de cien óperas entre las que se destacan "Orfeo y Eurídice", "Ifigenia en Táuride" y "Paris y Elena". Su música es considerada como un puente entre el Barroco y el Clasicismo. Se lo conoce sobre todo por su reforma de la ópera ya que, desde la época de Claudio Monteverdi (1567-1643), ésta se había convertido en un escaparate de cantantes, y la misión de Gluck fue retornar a la idea original de la ópera como una historia contada a través de la música. Por este aporte, Gluck es conocido como "el padre de la ópera moderna". Las innovaciones de Gluck dejaron huella en el desarrollo del género operístico. Sus ideas influyeron sobre compositores como Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Luigi Cherubini (1760-1842), Ludwig van Beethoven (1770-1827) y Richard Wagner (1813-1883).
Prolífico, brillante y admirado, gozaba del éxito y el dinero. Adoraba la buena comida y no se avergonzaba de decirlo. Alguien le preguntó: "Maestro, ¿qué es lo que prefiere en el mundo?". "Tres cosas -contestó-: el dinero, el vino y la gloria". "¡Cómo!, para usted, un músico, ¿la gloria viene después del dinero y del vino?". "Pues es bien sencillo -repuso el ilustre autor- con el dinero compro vino, el vino despierta mi ingenio y éste me trae la gloria".