A pesar de ello, la versión más difundida vincula el origen del término a los episodios acontecidos en España dos décadas más tarde cuando Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se convirtió en rey de España tras la muerte de su abuelo Fernando de Aragón en 1516.
En 1518, conociendo el idioma español sólo de manera superficial, arribó a España para asumir el trono real como Carlos I. Apareció acompañado por una corte de caballeros flamencos y alemanes que llegaron a la península Ibérica con grandes ínfulas, como si entraran a un país conquistado. El bigote era una de sus características, pues empezaba a estar de moda en la sociedad alemana por influjo de los lansquenetes o soldados mercenarios, muchos de ellos de origen bajo alemán o suizo. Su aire de superioridad y su fácil blasfemia herían la sensibilidad de los españoles, que oían continuamente la expresión "¡bey Gott!", equivalente al españolísimo "¡Vive Dios!" o al inglés "¡Por Dios!", al tiempo que se llevaban la mano a la zona facial comprendida entre el labio superior y el corte de la nariz. De aquí la palabra "bigote".
El bigote, normalmente es mucho más fino que el mostacho, que se define como un bigote grueso, y que deriva del francés "moustache", que según Albert Dauzat en su "Dictionnaire Etymologique", tiene su origen a finales del siglo XV del vocablo italiano "mostaccio". Este llegó a Venecia con la moda del bigote proveniente del bajo griego "mustaki", que en griego clásico se dice "mustak" y significa labio superior.
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