El último domingo de diciembre de 1881, un grupo de trabajadores inmigrantes alemanes se propone fundar una asociación obrera alemana. Se reune en la cervecería Bieckert, situada en ese entonces en la actual avenida Leandro N. Alem. La iniciativa partió de Carlos Mucke, quien había venido a la Argentina porque en su país los socialistas eran perseguidos por el régimen que conducía el canciller Bismark. Así nació, el 19 de enero de 1882, el Club Vorwärts. Estaba presidido por Augusto Latzke. Su promotor, Carlos Mucke quedó como secretario y Teodoro Weber como tesorero. Trece personas firmaron el acta fundacional de esta asociación, cuyo objetivo era cooperar en la realización de los principios y fines del socialismo, de acuerdo con el programa de la Social Democracia de Alemania. Este club -su sede original estuvo en la actual calle Humberto 1º y luego en Rincón 1141 de la Capital Federal- puso en funcionamiento, entre 1890 y 1898, la primera cooperativa de consumo del país.
Mientras tanto, en Alemania, Friedrich Engels escribía uno de sus libros más trascendentes: "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado". El libro fue escrito en dos meses, desde fines de marzo hasta fines de mayo de 1884. Al revisar los manuscritos de Marx, Engels descubrió un guión detallado del libro del científico progresista norteamericano L. H. Morgan, “Ancient Society” (“La sociedad antigua”). Marx lo había hecho en 1880-1881, acompañándolo de un gran número de notas críticas y opiniones propias, así como de suplementos tomados de otras fuentes. Al tomar conocimiento del guión y convencerse de que el libro de Morgan confirmaba la concepción materialista de la historia que Marx y él habían elaborado y sus concepciones de la sociedad primitiva, Engels estimó necesario escribir un trabajo especial, utilizando en gran escala las observaciones de Marx, así como algunas conclusiones y datos concretos del libro de Morgan. Engels consideraba que eso sería en cierto grado, un cumplimiento del testamento de Marx. Al escribir el libro, Engels se valió de numerosos y variados datos suplementarios tomados de sus investigaciones en problemas de la historia de Grecia, Roma, la antigua Irlanda, los antiguos germanos, etc.En 1890, al haber reunido más datos sobre la historia de la sociedad primitiva, Engels emprendió la preparación de la cuarta edición del libro, que apareció en Stuttgart en 1891. Al realizar este trabajo, estudió las publicaciones más recientes y en particular, los trabajos del científico ruso M. Kovalevsky, por lo que introdujo en el texto inicial muchas enmiendas y modificaciones, como también adiciones considerables, sobre todo en el capítulo de la familia.
Simultáneamente, en Italia, Pasquale Martignetti (1844-1920), traductor al italiano de este libro y otros escritos de Engels y Marx, había sido acusado (todo hace creer que falsamente) de cometer un desfalco en la oficina donde trabajaba. Antes del fallo judicial (el tribunal de apelaciones finalmente lo absolvió), Martignetti decidió empezar una nueva vida en Buenos Aires y le pidió a Engels una carta de recomendación. El interés de la respuesta de Engels consiste en que la misma demuestra que su autor estaba al tanto de la existencia y actividades del club socialista Vorwärts. El club publicó durante diez años, a partir de 1886, el periódico socialista Vorwarts y estuvo representado, por intermedio de Wilhelm Liebknecht, en el congreso fundador de la II Internacional en 1889. La barrera del idioma y la circunstancia de que la emigración alemana a la Argentina no fuera muy numerosa disminuyeron, sin duda, la influencia de la institución sobre el medio en que actuaba, pero la misma tuvo por momentos un contacto estrecho con los obreros argentinos, como lo demuestran las frecuentes reuniones sindicales que éstos efectuaron en la sede del Vorwarts. El club mismo participó activamente en la organización del primer mitin conmemorativo del 1° de mayo realizado en la Argentina.
Ni en la carta a Martignetti ni en la recomendación, se menciona por su nombre a ninguno de los socialistas alemanes residentes en Buenos Aires (Engels simplemente pide ayuda para Martignetti a los "compañeros alemanes" que aquél pueda encontrar), lo que permite suponer que el filósofo no tenía por esa época contacto directo con corresponsales radicados en la Argentina. Tal impresión se robustece por una carta anterior (26 de enero de 1887) de Engels a su traductor: "La República Argentina sería quizás un terreno más favorable; existe allí una numerosa colonia italiana, y usted aprendería el español sin grandes dificultades. Pero está lejos, el viaje es caro y difícil el regreso. El país hace progresos, pero esto es todo lo que puedo decir al respecto".
En la carta que le escribió a su traductor, Engels habla de un texto del socialista italiano Antonio Labriola (1843-1904), publicado fragmentariamente en la revista Il Messaggero (15 de marzo de 1890) bajo el título de "La terra a chi la lavora". Labriola proponía que se distribuyera tierra baldía de las colonias italianas a campesinos de la metrópoli; Martignetti, invitado por aquél a escribir sobre el tema, antes de hacerlo le solicitó a Engels su opinión, la que incluyó en dicha carta por su referencia final a las aspiraciones de los emigrantes italianos que se dirigían a las colonias o a Buenos Aires.
Ni en la carta a Martignetti ni en la recomendación, se menciona por su nombre a ninguno de los socialistas alemanes residentes en Buenos Aires (Engels simplemente pide ayuda para Martignetti a los "compañeros alemanes" que aquél pueda encontrar), lo que permite suponer que el filósofo no tenía por esa época contacto directo con corresponsales radicados en la Argentina. Tal impresión se robustece por una carta anterior (26 de enero de 1887) de Engels a su traductor: "La República Argentina sería quizás un terreno más favorable; existe allí una numerosa colonia italiana, y usted aprendería el español sin grandes dificultades. Pero está lejos, el viaje es caro y difícil el regreso. El país hace progresos, pero esto es todo lo que puedo decir al respecto".
En la carta que le escribió a su traductor, Engels habla de un texto del socialista italiano Antonio Labriola (1843-1904), publicado fragmentariamente en la revista Il Messaggero (15 de marzo de 1890) bajo el título de "La terra a chi la lavora". Labriola proponía que se distribuyera tierra baldía de las colonias italianas a campesinos de la metrópoli; Martignetti, invitado por aquél a escribir sobre el tema, antes de hacerlo le solicitó a Engels su opinión, la que incluyó en dicha carta por su referencia final a las aspiraciones de los emigrantes italianos que se dirigían a las colonias o a Buenos Aires.
A continuación, se transcribe la carta que Engels le dirigió a Martignetti antes de que éste viajase a Buenos Aires:
Londres, 13 de enero de 1890
Querido amigo:
He meditado sobre el asunto de la recomendación a Buenos Aires. No puedo engañar a los camaradas sobre lo ocurrido. En la medida en que gozo de confianza entre los obreros, ello se funda en la condición previa de que a todo trance les diré la verdad y sólo la verdad.
Yo me inclinaría, en su lugar, por ir sin ninguna recomendación de ese tipo. No bien allá se entere uno de que usted ha sido condenado, se enterarán ciento, y precisamente gente que no leerá mi testimonio o a la cual nada le importará el mismo. Y en ese caso usted ya no se sentirá más como en su casa, la condena lo perseguirá por todas partes. Más vale una vida nueva con un nombre nuevo. Usted es joven y, a juzgar por su fotografía, fuerte: ¡ánimo, entonces!
Pero para tener en cuenta todos los casos, adjunto un escrito en el que digo a su favor todo la que sin cargo de conciencia puedo y debo decir. Le vuelvo a aconsejar, sin embargo, que no haga uso del mismo. Tal vez esto vuelva más difícil su lucha en los primeros días. Pero seguramente, a la larga, una ruptura total con el pasado le facilitará las cosas. Usted sabrá lo que tiene que hacer. Pero ojalá todo esto sea superfluo la Corte de Casación le haga justicia.
He meditado sobre el asunto de la recomendación a Buenos Aires. No puedo engañar a los camaradas sobre lo ocurrido. En la medida en que gozo de confianza entre los obreros, ello se funda en la condición previa de que a todo trance les diré la verdad y sólo la verdad.
Yo me inclinaría, en su lugar, por ir sin ninguna recomendación de ese tipo. No bien allá se entere uno de que usted ha sido condenado, se enterarán ciento, y precisamente gente que no leerá mi testimonio o a la cual nada le importará el mismo. Y en ese caso usted ya no se sentirá más como en su casa, la condena lo perseguirá por todas partes. Más vale una vida nueva con un nombre nuevo. Usted es joven y, a juzgar por su fotografía, fuerte: ¡ánimo, entonces!
Pero para tener en cuenta todos los casos, adjunto un escrito en el que digo a su favor todo la que sin cargo de conciencia puedo y debo decir. Le vuelvo a aconsejar, sin embargo, que no haga uso del mismo. Tal vez esto vuelva más difícil su lucha en los primeros días. Pero seguramente, a la larga, una ruptura total con el pasado le facilitará las cosas. Usted sabrá lo que tiene que hacer. Pero ojalá todo esto sea superfluo la Corte de Casación le haga justicia.
Muy sinceramente suyo
Federico Engels.