De origen sánscrito, en el "Poema" de Cyrille d'Alexandie (1159) se le llama "axadrezes", en la colección de cuentos "Calila y Dimna" (1251) "axedrez", mientras que en el "Poema de Fernán González" (escrito por un monje del monasterio de San Pedro de Arlanza entre los años 1250 y 1266) se le denomina "escaques".
La primera documentación es de 1250 aproximadamente. El nombre originario sería sha-tur-auga, el de cuatro cuerpos, que hace alusión a las cuatro armas del ejército índico: infantería, caballería, elefantes y carros de combate simbolizados respectivamente por los peones, los caballos, los alfiles y las torres del ajedrez. Continuemos con divagaciones filológicas. Existe una frase en el Quijote de Cervantes que dice: "ni rey ni roque" que viene del juego del ajedrez y se usa para excluir todo género de personas aun las de mayor consideración como son las piezas del rey y del roque en el ajedrez. Roque era la pieza que hoy llamamos torre, y así hacen mal los que escriben roque con mayúscula, como si se tratase del nombre del santo llagado, que tiene el perro a los pies y es abogado contra la peste. Sebastián de Covarrubias y Orozco (1539- 1613), lexicógrafo, criptógrafo y capellán del rey Felipe II, escribe en el "Tesoro de la lengua castellana" de 1611: "El roque es una pieza de las del juego del ajedrez que sinifica la fortaleza que se levanta y edifica en la frontera de los enemigos y assi están puestos los roques en las dos casas extremas que hazen esquinas"(sic). De aquí proviene el verbo enrocar qué significa, según el Diccionario, "mover el rey hacia una de las torres y pasar éstas al otro lado del rey".
Por cierto que el citado Covarrubias, cuando describe el ajedrez, dice cosas estupendas como las que siguen: "Axedrez. Es un juego muy usado en todas las naciones, y refiere Polidoro Virgilio, en "De inventione rerum" (lib. 2, cap. 13), que "el juego del axedrez se inventó cerca de los años de mil y seyscientos y treynta y cinco de la creación del mundo, por un sapientíssimo varón dicho Xerses, el qual queriendo por este camino enfrenar con algún temor la crueldad de cierto príncipe tirano, y advertirle con esta nueva invención, le enseñó por ella que la magestad sin fuercas y sin ayuda y favor de los hombres, vale poco y es mal seguro. Porque en este juego se hazía demostración que el rey podía ser fácilmente oprimido, si no anduviesse cuydadoso de sí y fuesse de los suyos defendido, como se vee en el entablamiento de las piecas y en el movimiento y uso dellas. Porque a las esquinas se ponen los roques, que son los castillos roqueros, junto a ellos estavan los arfiles, corrompidos del alfiles, que vale tanto fil como elefante, porque peleavan con ellos, como es notorio; y nota que marfil vale tanto, en arábigo, como diente o cuerno de elefante. Tras ellos los cavallos, figurando en éstos la cavalleria, la reyna, el consejo de guerra, la prudencia, y éstos llevan en medio al rey. Delante en la vanguardia van los peones, que es la infantería. Los escaques, ab scandendo, porque se va por ellos subiendo a encontrar con el enemigo; y todos ellos en común, trevejos, de trevejar, que es cutir y herirse unos con otros, de donde se dixo dia de trabajo y dia de cutio. Y aunque arriba hemos dicho que axedrez tomó nombre de Xerses, Diego de Urrea dize ser nombre persiano, dicho en su lengua sadreng, comecon de sarna, porque los jugadores de axedrez siempre traen inquieto el juyzio mientra juegan y dentro y fuera se están rascando y concomiendo. Los árabes corrompieron el vocablo, y dixeron xatrang y nosotros le corrompimos más llamándole axedrez"(sic). Sigamos con las etimologías. Se sabe que la jugada final es el jaque mate. La palabra jaque viene del árabe o persa "shah", rey. Como el juego del ajedrez llegó a Europa desde la India a través de los árabes y de los persas, es lógico que palabras de estos idiomas se encuentren en el vocabulario escaquístico. De la misma palabra "shah" derivan las de "escac" o escaque.
José María Iribarren (1906-1971), abogado, periodista, lexicógrafo y escritor español en la obra "El porqué de los dichos", afirma que fue entrada la segunda mitad del siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X el Sabio, cuando el ajedrez llega a España, lo dista mucho de ser cierto. Sí lo es que Alfonso X escribió en 1270 un libro de ajedrez, dados y tablas, pero, en 1188, el Concilio de París había prohibido el juego por cruzarse en él cuantiosas apuestas. En Cataluña hay constancia del ajedrez el año 1010, ya que en el testamento del conde Ermengol de Urgell (1274-1314) de esta fecha se consigna un juego de «scachs». En 1390 se prohibió en Cataluña y Aragón por las mismas razones que en París y en 1551 lo prohibía en Rusia el zar Iván IV.
En España se hizo célebre el nombre de Ruy López de Segura, que entre 1560 y 1575 jugó al ajedrez con gran maestría. En Italia, mientras tanto, sobresalían jugadores como Leonardo da Cutri, Paolo Boi, Alessandro Salvio y Gioacchino Greco. Ya en el siglo XVIII, el predominio del juego recayó en los franceses M. Legall de Kermeur, François André Danican "Philidor", Alexandre Deschapelles y Louis de la Bourdonnais.
Muchos escritores colaboraron en el desarrollo del ajedrez, entre ellos Denis Diderot, Jean Jacques Rousseau y Johann von Goethe, quien denominó al ajedrez "la gimnasia de la inteligencia". Gracias a William Jones, poeta ingles, quien publico su poema "Caissa, or the game of chess" en 1763, el ajedrez tiene a su musa. Benjamin Franklin en su obra "The Morals of Chess" de 1779, popularizó al ajedrez en Europa y America. William Kots, historiador ingles, visitó Rusia en 1772 y opinó que los rusos se distinguían por su maestría en ajedrez; ésto no era casualidad, había personalidades que eran fanáticas del juego, entre ellos el zar Pedro el Grande, el príncipe Grigori Potemkin y el jefe militar Aleksander Sudorov.
Al finalizar las guerras napoleónicas a comienzos del siglo XIX, el ajedrez ya gozaba de una enorme importancia, se fundaron clubes y se editaron revistas especializadas. Paris y Londres se convirtieron en los centros ajedrecísticos del momento.
Louis de la Bourdonnais publicó en 1836 en Paris la primera revista de ajedrez del mundo, se llamaba "Le Palamede" (Palamede fue un soldado de la guerra de Troya) y dos años después publicó un manual de aperturas. Al fallecer, lo sucedió Pierre de Saint-Amant, quien continuó la publicación de la revista. Otro genial ajedrecista, Howard Staunton, publicó en 1841 su propia revista "The Chessplayer's Chronicle". El primer torneo internacional se llevó a cabo en Londres en 1851; todavía estaban lejanos los tiempos en que las super computadoras analizacen 200 millones de jugadas en pocos segundos.
Al finalizar las guerras napoleónicas a comienzos del siglo XIX, el ajedrez ya gozaba de una enorme importancia, se fundaron clubes y se editaron revistas especializadas. Paris y Londres se convirtieron en los centros ajedrecísticos del momento.
Louis de la Bourdonnais publicó en 1836 en Paris la primera revista de ajedrez del mundo, se llamaba "Le Palamede" (Palamede fue un soldado de la guerra de Troya) y dos años después publicó un manual de aperturas. Al fallecer, lo sucedió Pierre de Saint-Amant, quien continuó la publicación de la revista. Otro genial ajedrecista, Howard Staunton, publicó en 1841 su propia revista "The Chessplayer's Chronicle". El primer torneo internacional se llevó a cabo en Londres en 1851; todavía estaban lejanos los tiempos en que las super computadoras analizacen 200 millones de jugadas en pocos segundos.