En 1936 apareció su monumental “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, obra revolucionaria en la que atacó el mecanismo de ajuste automático del desempleo mediante el descenso de los salarios reales que se encontraba en la base de las teorías clásicas y neoclásicas sobre el mercado de trabajo. En ella puede leerse lo que sigue:
“Si el Tesoro Nacional llenase botellas viejas con dinero, las enterrase a profundidades convenientes en minas de carbón abandonadas que luego fueran rellenadas hasta la superficie con basura, y se dejase a empresas privadas confiables el trabajo de desenterrarlas... no habría más desocupación y, gracias a las repercusiones que esto generaría, la verdadera ganancia de la comunidad y su capital, probablemente sería mucho mayor de lo que es hoy. En realidad, sería más sensato construir casas o algo así; pero si hay dificultades prácticas y políticas en el camino de esto, lo arriba mencionado sería mejor que nada”.
La "Teoría general del empleo, el interés y el dinero", fue la obra cumbre de Keynes. La reacción inicial a este trabajo no fue universalmente favorable, pero gran parte de la esencia de su pensamiento pronto pasó a formar parte de la doctrina económica aceptada de manera corriente. Posteriormente representó a Inglaterra en la conferencia de Bretton Woods en 1944, en la que se debatió el proyecto de creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y también en otras negociaciones internacionales. Abogó por una organización financiera internacional con importantes posibilidades de expansión monetaria. Su plan no fue adoptado en aquel momento pero sí llegó a realizarse parcialmente más tarde.